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Herculine Barbin Parte 2

Femenino

 

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Segunda Tormenta

“Movida como por un resorte eléctrico, había caído embobada en los brazos de la hermana Marie-des-Anges, quien no pudo desprenderse de mi imprevisto abrazo. Sus dos brazos asían mi cuello, mientras mi cabeza se apoyaba con fuerza contra su pecho, estando únicamente cubierta por un camisón” “Algunas alumnas rodeaban la cama y observaban esta escena, no pudiendo atribuir más que a la sensación de miedo el temblor nervioso que me agitaba… No me atrevía a levantarme, ni a afrontar las miradas clavadas sobre mí.

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Excursión

Excursión a Saint-Trojan Les Bains “El calor resultaba excesivo…” “Nos aproximábamos. La arena nos quemaba los pies. La sed se hacía sentir, tanto más cuanto teníamos ante los ojos el panorama de las olas plateadas del Océano.” ”Todas se desprendieron al momento de sus ropas y, arrollando las enaguas en la cintura, se precipitaron, hasta medio cuerpo, sobre las reconfortantes olas (…) Únicamente yo asistía este baño como espectadora.”

13

Pensionado en L.

A los 19 años fue contratada como Institutriz ayudante en Internado en L… (*) “Viuda desde hace varios años, la señorita A… tenía cuatro hijas, de las cuales la mayor se había hecho religiosa del Sagrado Corazón; la segunda, la señorita A… se dedicó a la enseñanza y dirigía, junto a su hermana más pequeña, la señorita Sara, el pensionado de L… Se había hecho necesaria mi presencia por el matrimonio de la señorita A…”

(*) al límite del departamento de La Rochelle.

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Sara

“¡Esta vida campestre tenía para mí un encanto incomparable! ” “Hasta entonces, todo lo que había visto en L.. me resultaba francamente simpático. Debo hacer una excepción con el sacerdote (…) adiviné en este hombre un peligroso enemigo para el futuro. (…) La iglesia de L.. tenía una tribuna, de la que una parte, la de en medio, estaba reservada a los hombres; la otra, la de la derecha, nos pertenecía.” “Me reunía con ella en su cama y gozaba dedicándole esos pequeños cuidados que prodiga una madre a su hijo. Poco a poco me habitué a desnudarla.”

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Confesión

“¿He sido culpable, criminal, porque un error grosero me asignara en el mundo un lugar que no era el mío?” La culpa nunca dio pie atrás, finalmente hizo su trabajo y la llevó a develar su secreto al mismo que ella intuyó desde el principio podría ser un enemigo…”No le inspiré piedad, sino horror, un horror vengativo. ¡En lugar de palabras confortantes, me fueron prodigadas injurias y desprecios! ¡No había en este hombre más que aridez de corazón!”

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Intimidad

Vienen las vacaciones, pueden tener unos días solas en el Internado.

“¡Sara dormía por la mañana con la cabeza apoyada en uno de mis brazos, y sus hermosos cabellos ondulaban graciosamente sobre sus hombros descubiertos! ¡La miraba así, conteniendo el aliento, sumido en una contemplación llena de felicidad!”.

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Persecución

A medida que la relación avanzaba, el mundo se convertía en uno más persecutorio.

(El sacerdote) “Para suplir nuestro silencio, había montado un sistema de espionaje, el más doloroso de todos. La mayor parte de nuestras alumnas se confesaba con él. No contento con formularles un montón de preguntas personales, más o menos fuera de lugar para chicas tan jóvenes, se las ingeniaba para llevar una cuenta detallada de todas nuestras acciones.”

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Visita del Médico

Los dolores abdominales empezaron a ser cada vez más intensos y frecuentes, Adélaide no pudo seguir evitando la visita del doctor.

“De pie, junto a mi cama, el doctor me observaba con una atención cargada de interés. Se le escapaban sordas exclamaciones del tipo: ”¡Dios mío, será posible!” (…) La mano del doctor se paseaba indecisa, temblorosa, hasta llegar al abdomen, sede de mi mal.”

19

Clandestinidad

“A partir de ese momento comenzó para nosotros una nueva etapa de nuestra existencia, en la que podía surgir cualquier peligro que no éramos los únicos en temer. Una vigilancia activa, aunque disimulada, seguía cada uno de nuestros pasos.”

20

Abrir el Secreto

Adélaide sentía que su cabeza era un caos, tenía miedo de confesarle a su madre lo que le estaba pasando, por una parte creía que podría matarla con semejante develación y por la otra no podía soportar indefinidamente esta situación.

Vinieron las próximas vacaciones “Una mañana le vi entrar en mi habitación y sentarse junto a mi cama: Camille, me dijo, tu misma te das cuenta que no puedes alejarte de esta forma de nosotros. Tus palabras, tu inconcebible conducta exigen una explicación que te ruego me des”. No pudo añadir más. Su voz temblaba. Agaché la cabeza, sin responder, durante dos o tres minutos. De repente, un rayo de luz iluminó mi espíritu: “Está bien, le dije, si quieres saber, lo sabrás todo. ¡Pero hoy no! Espera mañana. Es todo lo que te pido.”

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